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domingo, 10 de marzo de 2013

Historia # 23

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¿Y tu le acaricias las pestañas cuando duerme?

Si dices que no, tienes que darnos una explicación por que esa razón se entiende un poco irracional, cada poro se merece un beso y una caricia, aunque te lleve tiempo quitar la prenda que los esconde, que te cueste trabajo erizar cada bello del cuerpo a pesar de que sólo te cueste un beso, un beso en el oído.

Que se clausuren los ojos y sólo se vean los fosfenos entre la obscuridad del cuarto, el ruido del silencio y el escándalo de la intimidad.

Que no se te olvide acariciar sus pestañas cuando quede dormida entre tus brazos para sellar con oro la jornada en la que te has visto envuelto y desenvuelto.

Repite esta dosis cuantas veces sea necesario y por toda la eternidad, no hay límite de edad o tiempo que soporte admirarlos en su momento.

Pero sobre todas las cosas no olvides acariciarle las pestañas.

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